Volver a la Tierra (y al Sol): cómo el grounding y la exposición solar consciente pueden ayudarte a sanar
- David Morales Barco
- 10 jun
- 4 Min. de lectura
¿Has sentido últimamente que tu cuerpo va por un lado y tu mente por otro? ¿Como si tuvieras la cabeza llena de ruido y tu energía estuviera desconectada, dispersa?
Muchas personas que viven con ansiedad, estrés crónico o síntomas de depresión describen esa sensación.
A veces creemos que la solución está en hacer más cosas, cuando en realidad lo que más necesitamos es volver a lo simple, a lo esencial: la luz del Sol, el contacto con la Tierra, el ritmo natural de nuestros días.
Y eso —aunque suene básico— puede ser profundamente transformador.
Grounding: volver al cuerpo, volver al presente
En mi programa online personalizado, uno de los hábitos saludables que introducimos desde el principio es el grounding o “enraizamiento”. Es una práctica sencilla, pero muy potente: consiste en caminar descalz@ sobre hierba o tierra. Al hacerlo, nuestro cuerpo se descarga del exceso de energía acumulada por la vida moderna y así reducimos mucho la inflamación crónica de bajo grado en nuestro cuerpo.
Nuestras células y nuestros órganos funcionan de forma óptima cuando sus potenciales eléctricos de reposo están en los rangos adecuados. De los rayos de Sol recibimos energía positiva y gracias al grounding soltamos el exceso que podamos tener de energía, y de esta manera estos potenciales eléctricos de nuestros órganos se mantienen en los rangos en los que realizan bien sus funciones vitales.
No es magia, es biología. El contacto con la naturaleza también mejora la calidad del sueño y nos ayuda a regular mejor nuestras emociones.
Las personas que acompaño en su proceso de mejora de salud mental suelen empezar sintiendo algo tan simple como esto: “Me siento más centrado. Más en paz. Más en mí.” Y a partir de ahí, se abren otras puertas.
Exponerte al Sol también es medicina
Durante el 99% de nuestra historia evolutiva como Homo Sapiens fuimos cazadores-recolectores. Vivíamos al aire libre. Nuestros ritmos biológicos estaban inevitablemente sincronizados con el ciclo solar, con los cambios de estación, con la luz y la oscuridad. En la actualidad, sin embargo, muchas personas vivimos en espacios cerrados, bajo luz artificial, con pantallas que alteran nuestros relojes biológicos internos y el sistema nervioso.
Y eso afecta directamente a la salud. A nuestro descanso, a la calidad del sueño, a la capacidad del cuerpo para regular la inflamación, e incluso a la forma en que toleramos el Sol.
Por eso, en mi programa, diseñamos juntos dos rituales diarios:☀️ Uno matutino, que incluye exposición a la luz natural durante los primeros minutos del día.🌙 Y otro nocturno, que prepara cuerpo y mente para un descanso profundo y reparador.
Con el tiempo, y con los ritmos circadianos bien regulados, el cuerpo puede exponerse al Sol de forma más segura. La piel se adapta, desarrolla lo que algunos llaman un “callo solar”: una mayor tolerancia sin necesidad de una protección química excesiva todo el tiempo.
Eso no significa dejar de cuidarse. Yo, por ejemplo, uso crema solar de cara con factor 50 y, al mismo tiempo, estoy incorporando el uso de aceite de coco en algunas partes del cuerpo. Es natural, tiene factor de protección 15 y permite que el cuerpo también reciba los beneficios del Sol.
Momentos clave para exponerte al Sol
No hace falta tirarse horas al Sol del mediodía. Basta con empezar poco a poco, con momentos estratégicos del día:
Al amanecer: la luz suave de la mañana “resetea” el reloj interno, activa la producción de serotonina y mejora el estado de ánimo.
Al atardecer: ayuda a preparar el cuerpo para el descanso, baja los niveles de cortisol y favorece la melatonina natural.
A veces, lo que más necesitamos para empezar a sanar no es una intervención médica compleja, sino una rutina diaria coherente con la biología de nuestro cuerpo. Sol, Tierra, descanso y presencia.
Un estilo de vida que acompaña tu proceso de sanación
Esto no sustituye a un tratamiento médico, ni a la atención de un@ psicólog@ o psiquiatra si lo necesitas. Pero sí que te facilita mucho generar hábitos sólidos y cambios duraderos, que te ayudan a tener cada vez más las riendas de tu salud.
Mis clientes no siguen una “receta mágica”. Lo que hacemos es co-crear un estilo de vida sostenible y adaptado a su realidad, donde cuerpo y mente trabajan juntos. Desde rutinas sencillas, como caminar descalz@ cinco minutos, mirar al cielo al despertar o planificar lo que ocurre antes de dormir, hasta acciones más profundas para reducir el estrés, mejorar la ansiedad y prevenir síntomas depresivos.
La medicina más poderosa muchas veces no se vende en farmacias. Está en tu agenda, en tus hábitos, en tu entorno.
Está en volver a mirar el Sol. En volver a tocar la tierra. En volver a ti.
¿Te gustaría empezar a integrar este tipo de rituales diarios en tu vida?
Únete a la lista prioritaria de mi programa si sientes que estás en un momento vital en el que quieres que el cuidado de tu salud esté cada vez más en tus manos. 🌿☀️✨



Comentarios